Ser pastor
es una ocupación muy singular
y en el contexto espiritual evoca esa atmósfera
de afecto,
esa experiencia de confianza, de calma,
cuando sabemos que hay
alguien que se interesa por nosotros,
que se preocupa por nuestra vida.
Jesús
no es sólo un pastor, o un buen pastor,
es “El Buen Pastor”.
Él conoce nuestros nombres, nuestras
preocupaciones,
nuestras esperanzas.
Todo lo nuestro es importante para Él
y ha
dado su vida por cada uno de nosotros.
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