Dice el diccionario que proclamar
es
“publicar en voz alta algo para que se haga notorio a todos”.
En el
evangelio de este domingo de La Ascensión,
se nos narra que Jesús se apareció a los once y les mandó:
“Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación”.
El verbo ir supone tener que
desplazarse,
no basta con quedarnos en nuestra casa esperando
a que otros nos
pregunten en qué creemos o por qué actuamos de tal o cual forma.
El cristianismo supone salir de nosotros mismos, de nuestras áreas de confort
y
marchar hacia los otros, en búsqueda de otro.
Hay que ir; pero ¿para qué? Jesús
nos lo dice muy claro:
para proclamar, para que todos oigan en voz alta la
buena noticia del Evangelio,
el kerygma, que no es otro mensaje sino que Jesús,
Hijo de Dios, el mesías esperado,
ha muerto y resucitado por cada uno de
nosotros.
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