La Cuaresma es un tiempo de reflexión y conversión
para renovar nuestra relación con Dios y con los demás.
Para los ya bautizados, la Cuaresma es una puesta a punto
de nuestro bautismo: mirar cómo va nuestra espiritualidad
y los niveles de exigencia personal y responsabilidad comunitaria,
así como nuestra generosidad y disponibilidad
para salir al encuentro de los hermanos.
Podríamos decir que la Cuaresma es como una ITV bautismal.
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